Comentario
Los monasterios carolingios se convirtieron en conjuntos tan densamente habitados que superaban a muchas de las unidades de población de su época. La superficie que ocupaban estas construcciones era muy grande y diversificada por zonas de funcionalidad afín. Un viejo grabado del siglo XVII nos permite hacernos una idea de lo que debió ser el área de los templos del monasterio de Centula o Saint-Riquier. Construido por Angilberto en menos de diez años con el apoyo económico de Carlomagno, se terminó en el 799. Tres templos conformaban una amplia superficie casi triangular, de unos trescientos metros. El constructor dispuso, contra los muros de cierre, corredores porticados que facilitasen a los monjes ir en procesión de un templo a otro incluso lo días de mal tiempo.Uno de los documentos histórico-artísticos más importantes de todo el medievo es el plano de Sankt-Gallen. En él, podemos ver cómo los monjes del siglo IX realizaron el proyecto de un monasterio, indicando no sólo la topografía del conjunto sino que se preveían también criterios y fórmulas modulares para su construcción según diferentes tamaños.El plano fue dibujado con tinta roja sobre cinco hojas de pergamino, con una superficie de 77x112 cm. Un letrero nos explica que fue compuesto por un personaje importante, pues se dirige a Gozberg, abad de Sankt-Gallen de 816 a 837, con cierta familiaridad. Los investigadores consideran que este plano debe reflejar la normativa acordada en varios concilios celebrados en Aquisgrán para tratar de la reforma de los grandes monasterios. Estos criterios fueron recogidos por un edicto imperial el año 817. Por esto y porque sabemos que las obras del monasterio de Sankt Gallen no se iniciaron hasta el 830, se suele datar entre estos dos años.La riqueza informativa de este plano es importantísima. Podemos apreciar las estructuras de un palacete, de una enfermería, hospederías, escritorios, almacenes, tahona, cuadras, letrinas, graneros, incluso la ordenación de huertos y jardines. El mayor interés radica en la presencia de un claustro ordenado y construido en el siglo IX tal como lo podríamos ver igual en los siglos del románico y del gótico. En un lado de la iglesia se construye un patio cuadrangular rodeado de pórticos; en los tres lados que no se corresponden con el templo, se levantan las típicas dependencias claustrales. En un lado, la sala de los monjes y el dormitorio, frente a la iglesia, el refectorio y la cocina; cerrando la cuadrícula, la cilla o almacén. En el dibujo no sólo se han tenido en cuenta los detalles de las edificaciones sino que también se ha cuidado de hacer indicaciones de los jardines y el mobiliario de estas dependencias.El trazado de este anteproyecto nos permite apreciar las calidades de arquitectura antigua que perviven entre los constructores carolingios. La posibilidad de aplicar una escala al posible tamaño del templo, el trazado modular en la concepción del conjunto y el organizar la clausura y los servicios con una racional funcionalidad son aspectos que durante la Europa de las invasiones se habían perdido. En estas pequeñas ciudades sagradas apreciamos normas de trazado urbanístico, casi hipodámico, que había sido abandonado en las que se consideraban ciudades de la época, nacidas espontáneamente por simple adecuación a las circunstancias sociales y topográficas.Dejando a un lado las iglesias, la única dependencia monasterial carolingia que ha llegado hasta nosotros es la conocida puerta monumental de Lorsch. Se encontraba este monumento en el atrio de la iglesia construida por el abad Heinrich (778-784). Como el plano, denuncia claramente cuáles son sus fuentes de inspiración, la romanidad. Concebida como un gran arco de triunfo de tres vanos, con una articulación del muro en la que no falta la superposición de órdenes. Aunque se puede interpretar en función de una posible vía sacra y, por lo tanto, como auténtico arco de triunfo, parece que su verdadera función era la de puerta monumental de monasterio, en la que el abad tenía una dependencia para recibir a sus huéspedes.